Está muy de moda el pensamiento positivo. Libros, talleres y frases motivadoras en internet nos animan a pensar en positivo, a cambiar nuestra actitud. ¿Quién no se dejaría cautivar?, sin embargo esta forma de entender el pensamiento positivo nos puede empujar también hacia la evasión y la negación.
La tiranía de lo positivo dificulta transitar las experiencias dolorosas en su verdadera magnitud, y a su vez nos impide cosechar el aprendizaje que subyace tras habitar las emociones de manera más auténtica, en conexión con nuestra vulnerabilidad, y con aquello que necesita ser atendido en nosotros. Yo mismo he caído en la trampa a veces.
Tras el personaje de resiliente, he buscado la forma positiva de ver los problemas, creyendo que desde ahí sería capaz de exprimir el néctar del aprendizaje, cuando la realidad es que he cruzado la línea invisible de la negación para embriagarme con su efecto anestésico, y sin poder observarme con claridad.
Desde ahí mis experiencias se han transformado en vivencias de dolor solapado, miopes en auto conocimiento y transformación personal; y con la máscara social del fuerte, valiente y positivo.
La conclusión es más simple de lo que parece. Se trata de aprender a vivir y a emocionar más auténticamente, sin filtros, sin juicios, sin presiones ni expectativas en los resultados. No hay nada que forzar, nada que omitir… sólo respirar, sentir y abrazar.
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Raimundo Silva
Coach Ontológico Asersentido